29 May España 2023, probablemente el año más frio del resto de nuestra vida
Entre la sequía, la disminución de los rendimientos agrícolas y el riesgo de incendios, las últimas semanas han tenido tintes de ola de calor estival. De hecho, el comienzo de este año es especialmente preocupante en lo que respecta a la gestión de los recursos hídricos necesarios para mantener la producción agrícola, el sector energético y, por supuesto, nuestro propio consumo.
Las reservas en 2023 están en sus niveles más bajos de los últimos dos años y son significativamente inferiores a los de la última década.
Las reservas en 2023 están en sus niveles más bajos de los últimos dos años y son significativamente inferiores a los de la última década.
Como el territorio y el clima de la península son muy extensos y variados, observamos desigualdades muy fuertes en el acceso local a los recursos hídricos, como muestra este mapa.
La actual sequía está teniendo, por tanto, un impacto muy notable tanto en la reducción de la disponibilidad de recursos hídricos profundos como en los rendimientos agrícolas debido a la deshidratación del suelo.
España es actualmente uno de los países del mundo con un alto nivel de estrés hídrico, lo que, como veremos, es especialmente preocupante dado el probable deterioro de la situación en los próximos años.
Usos del agua
¿Cómo se distribuyen los usos del agua a nivel nacional? Casi el 70% de las cantidades totales extraídas se utilizan para regar la producción agrícola del país. Una vez más, observamos una gran variabilidad en las tasas de riego en función del tipo de cultivo, la geografía y las prácticas agrícolas. Esto puede explicarse por climas que requieren más aportes de agua, suelos con poca capacidad de absorción y conservación del agua, cultivos poco adaptados al clima o prácticas agrícolas que consumen recursos.
Si comparamos España con otros países europeos, observamos la preponderancia del sector agrícola en el consumo total del país. Esto tiene varias causas, en primer lugar, el clima del sur de Europa requiere naturalmente más riego que los del norte. Las hectáreas dedicadas a la agricultura son muy grandes en España y, por último, la balanza comercial excedentaria del sector agroalimentario español también ayuda a explicar este volumen y crecimiento de las necesidades de agua.
Vínculos con el cambio climático
Está demostrado que si no conseguimos reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, corremos el riesgo de que la temperatura media mundial aumente de +3*C o incluso +4*C al final del siglo, lo que tendría consecuencias gravisimas para los ecosistemas, que no podrían adaptarse debido a la rapidez de los trastornos ecológicos, y que pone en duda nuestra capacidad de adaptación y la resiliencia de nuestras organizaciones económicas y sociales. Las conclusiones del último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) son claras: cada grado adicional de calentamiento global provoca perturbaciones prácticamente exponenciales, por ejemplo en el ciclo del agua.
Escenarios futuros e impactos
En España, en un escenario tendencial de no reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de la comunidad internacional, los modelos de proyección para 2050 (dentro de sólo 27 años), caracterizan la escasez de agua como alta, elevada e incluso extrema en determinadas regiones del territorio. Las proyecciones son aún más alarmantes para finales de siglo, si no se hace nada para reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.
La combinación de estas repercusiones negativas sobre los ecosistemas transformaría radicalmente los territorios, de hecho, según los modelos de alto calentamiento global, el sur de España podría resultar transformado en un desierto a finales de siglo. Dado que España es un gran productor de alimentos para su población, pero también para la exportación, este riesgo probable de caída del suministro debería tenerse en cuenta en los escenarios prospectivos de gestión de una crisis alimentaria.
Gestión de los recursos naturales
“Cada individuo está encerrado en un sistema que le obliga a aumentar su ganancia sin límite, en un mundo que es limitado. La ruina es el destino hacia el que se precipitan todos los humanos, cada uno persiguiendo su propio interés en una sociedad que cree en la libertad de los comunes. La libertad en un procomún trae la ruina para todos.”
La tragedia de los bienes comunes, Garrett Hardin, 1968
¿Cómo garantizar los intereses individuales de acceso al recurso público y preservarlo al mismo tiempo para el resto de la colectividad? Esta es la pregunta que Garrett Hardin intentó responder en su artículo “La tragedia de los comunes”.
¿Cómo garantizar las necesidades de la población actual teniendo en cuenta las de las generaciones futuras? ¿Qué medidas deben adoptarse? ¿Qué tipo de gobernanza? ¿Qué usos deben privilegiarse y cuáles prohibirse?
Suele haber dos formas posibles de gestionar un recurso: la privación o la puesta en común. Según Elinor Ostrom, ganadora 2009 del Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel(¨Premio Nobel de Economía¨), existe una tercera vía, denominada gestión comunitaria. Tras su análisis de ejemplos de propiedad comunitaria de recursos naturales, los resultados obtenidos le permiten concluir que este sistema es más eficiente, más productivo y más justo que los otros dos métodos habituales (gestión por el Estado o el mercado):
“Los agricultores con derechos de propiedad a largo plazo, que pueden comunicarse, desarrollar sus propios acuerdos, establecer las posiciones de los supervisores y sancionar a los que no se ajustan a sus propias reglas, tienen más probabilidades de cultivar más arroz, distribuir el agua de forma más equitativa y mantener sus sistemas en mejor estado de lo que se hace en los sistemas gubernamentales.” Ostrom, 2000
Según ella, los tres modos de gestión (propiedad privada, propiedad pública y propiedad comunitaria) no se oponen, se complementan, cada sistema puede tener un interés en función de la especificidad de la situación.
Elinor Ostrom propone algunos principios para la gestión comunitaria del agua:
Atributos de los recursos que apoyan la gestión comunitaria en Ostrom
– Recursos que no estén demasiado deteriorados y puedan renovarse. Para ello es necesario prever y gestionar a largo plazo.
– Indicadores para controlar el estado del recurso, su cantidad y calidad, a través de metodologías de análisis transparentes estado cuantitativo y cualitativo, mediante metodologías de análisis transparentes, sólidas y compartidas.
– Capacidad para predecir los recursos futuros disponibles, mediante la elaboración de múltiples escenarios y la gestión de riesgos.
– El conocimiento del perímetro del recurso para considerar el análisis sistémico en su totalidad integrando las dependencias externas.
Atributos de usuario para la gestión de comunidades en Ostrom
– Usuarios dependientes del recurso y una valoración justa del recurso que fomente la coordinación, en particular mediante normas contables que integren el coste de regeneración del recurso.
– Una visión compartida del recurso y de los efectos recíprocos de las acciones de los usuarios
– Confianza y reciprocidad entre los usuarios e inclusión de todos los usuarios afectados por las normas para garantizar una gestión democrática y justa.